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Mostrando entradas de marzo, 2017

La temida.

  Se llama costumbre, y a mí no me provoca sentimiento negativo alguno. Sin embargo, muchos hablan de ella con desdén, temen su lado positivo (el único que yo le veo) y creo que confunden su naturaleza con la de la monotonía, y es cuando todo se hace absurdo. El erizo, por analogía, es el protagonista de nuevo aquí. Coinciden el erizo y este temor, y provocan en mí el mismo afecto y tristeza que nunca llegaré a manejar. Me entusiasman los erizos, me apasiona verlos, abrazarlos incluso, a pesar de las posibles eridas, pero es que en cuanto emanan el temor, ese abrazo se hace mortal; el resto de la historia comienza con mi supervivencia al erizo, con mi lucha por evitar que tema, por evitar que se pierda en mis palabras y sólo escuche su miedo y su autoengaño. Me encantaría dejar de luchar, pero estaría dejando ganar al miedo, a la falsa monotonía, al erizo al fin y al cabo. A lo mejor es absurdo, pero tengo la necesidad intrínseca de conseguir que ame la costumbre. Tengo la esperanza