Ir al contenido principal

¿Tarde?

Justamente ahora... vuelvo a obsesionarme con esta preciosa canción. Como quien recurre a un consejero o adivino para que le cuente lo que ya sabe... la magia de encontrar la felicidad, sea tarde o no.

 


Justamente ahora irrumpes en mi vida
Con tu cuerpo exacto y ojos de asesina
Tarde como siempre
Nos llega la fortuna
Tú ibas con él
Yo iba con ella
Jugando a ser felices por desesperados
Por no aguardar los sueños
Por miedo a quedar solos

Pero llegamos tarde
Te vi y me viste
Nos reconocimos enseguida
Pero tarde maldita sea la hora
Que encontré lo que soñé
Tarde....

Tanto soñarte y extrañarte sin tenerte
Tanto invertarte
Tanto buscarte por las calles como un loco
Sin encontrarte
Ahi va uno de tonto
Por desesperado
Confundiendo amor con compañia
Y ese miedo idiota de verte viejo y sin pareja
Te hace escoger con la cabeza
Lo que es del corazón

Y no tengo nada contra ellos
La rabia es contra el tiempo
Por ponerte junto a mi
Tarde...

Ganas de huir
De no verte ni la sombra
De pensar que esto fue un sueño o una pesadilla
Que nunca apareciste
Que nunca has existido

Que ganas de besarte
De coincidir contigo
De acercarme un poco y amarrarte en un abrazo
De mirarte a los ojos
Y decirte bienvenida

Pero llegamos tarde
Te vi
Me viste
Nos reconocimos enseguida pero tarde
Quizás en otras vidas
Quizás en otras muertes...

Que ganas de rozarte
Que ganas de tocarte
De acercarme a ti golpearte con un beso
De fugarnos para siempre
Sin daños a terceros

(Gracias a quien un día me la dedicó :) )

Comentarios

Entradas populares de este blog

No soy

Tanto tiempo creyendo ser, creyendo estar caminando, tanta síntesis de lo absoluto, tanto freno en dos segundos. Tanta distracción perturbada, tanto alzar catedrales por ti, tanto pedestal sigiloso, tanto miedo por vivir. Y pasan los años, y pasan los miedos, y pasa el regalo de saber lo que quiero. He diseñado dioses en cuerpos de otros, he vislumbrado espejos y han acabado rotos, he localizado el horizonte más bello del mundo, pero la paz siempre está cuando cambio de rumbo. Ahí, donde me hallo quieta, Inmersa en mí y en mi “mundanidad”, Allí donde nada me aprieta, donde lo que amo siempre está por llegar. Ahí donde se mezclan los mares,  donde se atisba el silencio, donde todo se hace porque así  lo diseña mi verbo. Siento mucho el desorden, el de mis pasos errados, el de mis miedos alados, son las únicas alas que debí haber cortado. Pero me invade la felicidad, una absurda felicidad sin sentido, que me incita incluso a escribir sobre aquello que ya doy por perdido. De toda...

Se me derrama la vida.

Hace unas semanas estaba planeando la mejor forma de escribir lo que podría ser mi entrada más bella y más realista. Quizás podría haber sido un antes y un después en lo que respecta a mi expresividad. Cada día que me disponía a escribir, sentía que no estaba lo suficientemente preparada como para empezar a escribir la maravilla en la que me sentía inmersa. Nunca eran suficientes las palabras y la clarividencia que en esos momentos invocaba, y , por tanto, lo dejaba para el día siguiente. La historia se repetía, cual bucle vicioso, y nunca llegaba el momento. Y nunca llegó. Llegaron otras cosas, o quizás este maldito momento, donde la falta de misericordia de esta vida maldita, me arrebata la paz que creía haber encontrado. Me la arrebata temporalmente, porque, claro está, no voy a permitirle hacer nada que rompa la magia que tanto tiempo me costó encontrar. Pero son días grises, grises las ausencias, los miedos y la impotencia de no poder hacer nada más que esperar y “estar sin ...

“La historia ya no se escribe”

Se escondió otra vez. Solía salir a caminar todas las mañanas, bajo la arboleda que dibujaba manchas en su piel y ropaje que le recordaban a uno de sus animales favoritos. No os voy a decir cuál. Se escondió esta vez. Cuando antes era toda música y canciones bajo la colada de sus vecinos, los murciélagos (o así solía llamarlos a menudo). Ella diferenciaba a cada tipo de individuo comparándolo con un animal, pero sus vecinos, en concreto, coincidían en ser murciélagos. No os voy a decir por qué. Se escondió deprisa. Tenía miedo, de ese miedo al que antes ha precedido el ingenuo temor; miedo de las ascuas, del polvo que levantan los pasos, de las huellas olvidadas de los caminos, de las sombras que no abrigan, del propio miedo y de ella misma. Tenía también muchas ganas, pero no os voy a decir de qué. Se escondió. Ya nadie la veía. Los murciélagos la buscaban por todos lados, algunos lloraban deseosos de poder escuchar su dulce voz cantar de nuevo; si ella supiera que a pesar de estar ca...