Le regalaron el oso de peluche más grande de la tienda. Era una niña afortunada, ni siquiera lo tuvo que buscar, es más, creo que fue él quien la buscó a ella. Ahí empezó el primer problema, casi sin saberlo. Pero, ¿por qué iba a ser esto un problema? El peluche era más suave de lo que nunca pudo imaginar, y de lo que nunca tuvo. A eso lo acompañaba el tamaño abrumador que para ella en aquel momento era el "perfecto" y el que toda niña podría desear. Era calentito, una mirada apacible y amable. Era puro amor representado en un grandioso peluche. Pero (y aquí está la clave), esa niña nunca pidió ese oso de peluche. Es más, recuerda que una vez tuvo en sus manos uno ideal, perfecto, adorable, "blandito" y muy "achuchable"; pero sobre todo, mucho más pequeño que éste. Este pensamiento le vino justo cuando llegó a su casa con ese grandioso nuevo oso de peluche. Entró en su diminuto pero adorable cuarto; cargándolo con ilusión y esfuerzo,
Ilustradora, artista y character designer