Tanto tiempo creyendo ser,
creyendo estar caminando,
tanta síntesis de lo absoluto,
tanto freno en dos segundos.
Tanta distracción perturbada,
tanto alzar catedrales por ti,
tanto pedestal sigiloso,
tanto miedo por vivir.
Y pasan los años,
y pasan los miedos,
y pasa el regalo
de saber lo que quiero.
He diseñado dioses en cuerpos de otros,
he vislumbrado espejos y han acabado rotos,
he localizado el horizonte más bello del mundo,
pero la paz siempre está cuando cambio de rumbo.
Ahí, donde me hallo quieta,
Inmersa en mí y en mi “mundanidad”,
Allí donde nada me aprieta,
donde lo que amo siempre está por llegar.
Ahí donde se mezclan los mares,
donde se atisba el silencio,
donde todo se hace porque así
lo diseña mi verbo.
Siento mucho el desorden,
el de mis pasos errados,
el de mis miedos alados,
son las únicas alas que debí haber cortado.
Pero me invade la felicidad,
una absurda felicidad sin sentido,
que me incita incluso a escribir
sobre aquello que ya doy por perdido.
De todas las personas que habitan en mí,
de siglos dando tumbos buscándome aquí,
veos sus sonrisas, imaginando que ya he llegado.
Os prometo que lo haré, porque ese es mi legado.
No soy. Y no tengo que ser.
Dejo de distraerme en la búsqueda,
Dejo todo para poder simplemente ver.
Suelto las riendas, yo solo quiero ver.
No soy.
Jessik Bokis
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