Ir al contenido principal

En el círculo del bien y del mal

ying-yang

Puede cuajarse la vida, y de sólida hacerse insoportable. Cuando fluye, o pasa serena, no solemos cuestionárnoslo.

Quiero creer que todo es un YIN YANG, que todo consta de dos equitativas partes que cuando se alteran se imponen entre ellas y la perjudicada siempre seguiré siendo yo.

Si no hay claridad, aunque sea sólido, no quiero ni rozarlo. A veces fluye, yo me animo y de nuevo confusión. Luego quedar por encima pretendiendo dejar ver que no te escondes como yo, cuando lo que yo hago no es más que escapar. Son conceptos diferentes, pero siempre preferirás quedar bien a reaccionar. Aunque eso signifique dejar mal a los demás, a mi.

Lo negativo vence, y cada día lo tengo más claro. No sé ya cómo combatirlo, de hecho hace tiempo dejé de hacerlo, y me dediqué a caminar, a solas, porque aunque hagan el amago de que están a tu lado en ello, sólo es temporal y con derecho a arañarte algo. Algo que ni siquiera te sobra, que quizás ni tengas o ni puedas prestar, pero ellos lo buscan para quedárselo.

Luego está el bien, y no lo ignoro está ahí. Pero ¿cuánto dura?, ¿alguien realmente antepone lo bueno, lo positivo, lo blanco a todo?, ¿vende eso?… es tanto el egoísmo que pocos juegan sólo con el color blanco.

Y no se extrañen si en vez de quejarme, me quedo callada. No seré yo quien haga despertar a nadie. Si me quedo quieta y no aparezco, tampoco pregunten por mi, no haría otra cosa que parecer sacada de una tragedia muda y en blanco y negro. Sería un reflejo de eso que a lo largo del tiempo sacaríais, y de lo que me empapo sin querer al no ver interés, porque sólo me creeré lo que vea y no lo que lea en labios marcados con el rastro de la diplomacia.

Al resto, al resto que forma parte de ese lado BLANCO del círculo, que consiguen que ese sea el que domine y que me alivia, relaja y abraza… GRACIAS.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No soy

Tanto tiempo creyendo ser, creyendo estar caminando, tanta síntesis de lo absoluto, tanto freno en dos segundos. Tanta distracción perturbada, tanto alzar catedrales por ti, tanto pedestal sigiloso, tanto miedo por vivir. Y pasan los años, y pasan los miedos, y pasa el regalo de saber lo que quiero. He diseñado dioses en cuerpos de otros, he vislumbrado espejos y han acabado rotos, he localizado el horizonte más bello del mundo, pero la paz siempre está cuando cambio de rumbo. Ahí, donde me hallo quieta, Inmersa en mí y en mi “mundanidad”, Allí donde nada me aprieta, donde lo que amo siempre está por llegar. Ahí donde se mezclan los mares,  donde se atisba el silencio, donde todo se hace porque así  lo diseña mi verbo. Siento mucho el desorden, el de mis pasos errados, el de mis miedos alados, son las únicas alas que debí haber cortado. Pero me invade la felicidad, una absurda felicidad sin sentido, que me incita incluso a escribir sobre aquello que ya doy por perdido. De toda...

“La historia ya no se escribe”

Se escondió otra vez. Solía salir a caminar todas las mañanas, bajo la arboleda que dibujaba manchas en su piel y ropaje que le recordaban a uno de sus animales favoritos. No os voy a decir cuál. Se escondió esta vez. Cuando antes era toda música y canciones bajo la colada de sus vecinos, los murciélagos (o así solía llamarlos a menudo). Ella diferenciaba a cada tipo de individuo comparándolo con un animal, pero sus vecinos, en concreto, coincidían en ser murciélagos. No os voy a decir por qué. Se escondió deprisa. Tenía miedo, de ese miedo al que antes ha precedido el ingenuo temor; miedo de las ascuas, del polvo que levantan los pasos, de las huellas olvidadas de los caminos, de las sombras que no abrigan, del propio miedo y de ella misma. Tenía también muchas ganas, pero no os voy a decir de qué. Se escondió. Ya nadie la veía. Los murciélagos la buscaban por todos lados, algunos lloraban deseosos de poder escuchar su dulce voz cantar de nuevo; si ella supiera que a pesar de estar ca...

Se me derrama la vida.

Hace unas semanas estaba planeando la mejor forma de escribir lo que podría ser mi entrada más bella y más realista. Quizás podría haber sido un antes y un después en lo que respecta a mi expresividad. Cada día que me disponía a escribir, sentía que no estaba lo suficientemente preparada como para empezar a escribir la maravilla en la que me sentía inmersa. Nunca eran suficientes las palabras y la clarividencia que en esos momentos invocaba, y , por tanto, lo dejaba para el día siguiente. La historia se repetía, cual bucle vicioso, y nunca llegaba el momento. Y nunca llegó. Llegaron otras cosas, o quizás este maldito momento, donde la falta de misericordia de esta vida maldita, me arrebata la paz que creía haber encontrado. Me la arrebata temporalmente, porque, claro está, no voy a permitirle hacer nada que rompa la magia que tanto tiempo me costó encontrar. Pero son días grises, grises las ausencias, los miedos y la impotencia de no poder hacer nada más que esperar y “estar sin ...