Uno se quejará de su suerte y con ceño fruncido se quejará del viento, de su fuerza y de su descontrol, de su frialdad y su imprudencia. Hay quien mira al anterior sonriéndole, animándolo y convenciéndolo de que todo cambiará a mejor, que es algo temporal, que el viento puede llegar a ser muy agradable en breve y por tanto puede calmarse y continuar.
Pero ni uno, ni otro, ninguno de los dos hará nada. Se ciñen a meditar su opinión. Se centran en emitir sus puntos de vista convencidos de ser poseedores de la verdad y de alguna forma se terminan complementando para avanzar lo mejor posible a través del viento.
Pero hay un tercero en cuestión. Odio hacer esto, pero lo llaman “realista”. Yo lo llamaré “el correcto”. Este último ha aprendido a no emitir un juicios previos a la nueva sensación. Pues no todos los vientos son iguales, no todos duran lo mismo y no todos son “vientos”. El correcto hace algo que realmente sirve. El correcto actúa y por tanto se centra en algo importante: “Cambiar la situación o actualizarla”. Del pasivo estado de las simples opiniones anteriores, él se centra en ajustar las velas. Ahora el viento es herramienta y no elemento incontrolable y perturbador.
El correcto, el realista, como quieras llamarlo, es quien domina la situación y actúa. Es quien realmente puede usar las palabras y las opiniones y hacerlas realidad. Él no habla por hablar, ni incumple sus presagios ni sus promesas. Porque él sabe cómo dominar la situación. Lo sabe y lo hace, y debes creerlo.
by JESSIK BOKIS
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