Llevo unos mil años sin escribir (burda exageración), pero es que a veces te surge la necesidad si es que pretendes seguir adelante con normalidad. No sé cómo explicarlo, pero hay asuntos, hechos o situaciones ya sean vividas por ti o por alguien que te importa, que arraigan tanto en ti que se convierten en tu “talón de aquiles”.
Es muy pesaroso y angustioso saber que algo que no puedes cambiar, simplemente por haber ocurrido, existido o haberse realizado, ejerce tanta presión sobre tu “ser” que casi no puedes ser la misma persona, al menos mientras “eso” aparezca por tu pensamiento.
Sigo métodos absurdos como quitarle importancia (sin éxito alguno), no pensar en ello, o simplemente dejarlo en el pasado y vivir el presente sin miedo, pues no hay nada supuestamente que temer. Pero no, ahí está presente, porque si no es mi mente, son las circunstancias, si no éstas pues ya se encarga el destino de crear momentos, encuentros, palabras o eventos que remuevan algo que aun no siendo mío me duele como si el cuchillo más afilado paseara lentamente por el pequeño hueco que hay entre mi piel y mis uñas.
Lo peor de todo es que compartirlo es algo impensable, hablar de “eso” podría suponer el final de mi dicha y admitir que no soy un ser lo suficientemente “fuerte” y “seguro” como para preocuparme por asuntos en los que ni si quiera yo podría haber estado presente.
Pero no es “eso” lo que me preocupa, por mucho que mi torpeza, en esos incansables intentos por “desentrañarlo” haya mostrado debilidad ante el asunto en sí, o ante tal “decisión”. Lo que a mi me preocupa va más allá de lo tangible, va justo ahí donde a mi se me caen los castillos, las murallas, mi ejército y los mejores arqueros de este reino que pretendo proteger llamado corazón. Lo que a mi más me aflige es desconocer por completo lo que motivó a que “eso” ocurriera, lo que puede pasar por una mente que ya creía conocer para decidir que “eso” era una buena opción, una buena experiencia, una forma de simplificarse en pos de la voluntad. Pues nada me parece más doloroso que creer que algo es de una manera y que “eso” me recuerde que pueda ser de otra muy diferente, por mucho que me insistan, por mucho que parezcan tener las cosas realmente claras. Porque aunque yo quiera ver más allá del umbral de lo evidente, aunque me esfuerce en quedarme con un presente que ilumina buena parte de mi recorrido y donde las sonrisas son la gasolina que mueve a este saco de huesos; la realidad es que en el presente siguen los fantasmas apareciendo a saludar, siguen recordando lo que fue, sobre “eso” andan rondando para dejarme claro que uno es lo que es porque fue una vez lo que fue. Porque muero por saber que aunque las palabras digan lo contrario, en el fondo, “eso” querrías que no hubiera pasado, si al menos todo esto hubiera sido antes de “eso”.
Por si acaso dejo de escribir, teclear, o como quiera esto que se llame. No dejo de escupir palabras para ver si así saco lo que un simple artículo nefasto de internet, ha removido dentro de mi. Pues me importa “eso”, y no puedo evitarlo.
Comentarios
Publicar un comentario