No sé por qué necesito escribir esto. Pero lo voy a hacer. Porque si no lo hiciera aquí, tendría que incumplir mi propia promesa de hacer las cosas bien y volver a perder el valor que yo misma me debo.
No voy a derrochar evidencia y verborrea barata. Voy a verter todo sobre un folio en blanco, para ver si puedo dejarlo ahí y que no vuelva a quemarme por dentro, pues no puedo soportar tanta lava de volcán hirviendo por dentro y pidiendo salir de la forma más violenta y repentina posible.
Tengo varias cosas que me atormentan, así como otras que me reconforman y alivian al mismo tiempo. Tengo miedos que no conocía anteriormente. Necesidades que sé que nunca se saciarán porque tendría que darle al tiempo hacia atrás y cambiar el pasado. Y eso no es posible, al menos desde aquí, desde el silencio, la distancia y la oscuridad.
Tengo un sentimiento de impotencia creciente, al haber actuado como debería, pero no como sentía. Haber dicho lo que era correcto, pero no servía nada más que para crear discordia y no para arreglar el estropicio que sin querer estuvimos tejiendo durante tanto tiempo.
Ahora me arrepiento de haberme centrado en lo evidente, en lo simple de la discusión absurda de dos seres humanos simples y mundanos. Nos encerramos en las palabras del instante, en los temas más absurdos y dañinos, y quizás no me percaté de que lo que necesitabas era un abrazo y una simple pregunta: “¿Estás bien?”. Quizás no la hice porque también podría haber sido motivo de discordia. Quizás hubieses creído que era mi manera de decirte que todo aquello se debía a tu “mal estado”, pero no, ni mucho menos. Debía haberte preguntado eso. Eso y miles de cosas más. De forma amable y paciente. Porque sé que cuando menos mereces mi paciencia, es cuando más la necesitas. Porque es cierto que no puedo intentar ni cambiarte, ni salvarte continuamente. Pero sí decidí, sin querer, no ser yo de nuevo quién luchaba por ti, por si así notabas que había necesidad de cambio también desde tu prisma.
Es absurdo, estoy haciendo algo tan absurdo de nuevo. Esto es casi como volver a intentar saciar mi necesidad de ayudar, de salvar, de volver a saber si estás bien; cuando bien sé que esta vez quería notar qué pasaría si era yo quien se alejaba y quizás a ti se te despertaran las ganas de demostrar que esto no fue tan efímero como parece.
Pero aquí estoy, como esperando y no al mismo tiempo. Con una especie de abrazo en pausa desde el día en que me marché. Con un nudo en el corazón tras recibir un simple mensaje por el medio más mediocre y dañino del planeta. Sintiendo que quizás es lo que merezco tras empeñarme en hacer funcionar una máquina que no estaba preparada para tanto. Pero así es la vida, aún no aprendí a dosificar y aprender a protegerme tan bien como tú. Nunca entendí de qué te protegías tras tantos años de conocerme y comprobar mi valía. Pero ahora ya lo sé, me he dado cuenta de que aquello de lo que te protegías, era de ti misma. Tú sabías desde el principio todo y yo creí que te podía salvar.
Lo siento, aún sigo con la esperanza de que algo de todo esto ha sido verdad. De que fuese verdad eso que decías de que “una persona siempre puede llegar a cambiar y evolucionar”. Prometo que siempre lo creí, por eso me arrastré 4 o 5 veces más. Pero ya, ya hasta los soñadores, bohemios adorables y pacientes seres de luz, nos cansamos de luchar. A nosotros también nos gustaría sentir que merecemos la lucha, sentir que somos algo por lo que merezca la pena luchar. Pero el valor del anillo sólo un joyero lo puede apreciar.
Descanso ya de tanta palabrería. No sé si al final ha sido todo lo contrario a lo que quería escribir, pero me dejé llevar y esto sólo es un mensaje en una botella para nadie en especial.
Jessik Bokis.
Comentarios
Publicar un comentario