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Aprendo deprisa.


No sé por qué. Tengo que escribir algo ahora mismo; es como una necesidad basada en mis ganas de liberarme de algo que hoy viene transformado en dolor de cabeza. Tengo que aprender de esto y por eso hoy tengo que escribir.

No estoy eligiendo las palabras precisas, el ritmo preciso ni pretendo la poesía en todo eso. No me importa la belleza (hoy no), sólo quiero que funcione.

Me tengo que aprender unas cuantas máximas que lo son, no por estar establecidas o aceptadas comúnmente, si no porque mi propia experiencia dice que lo son. Porque siempre es igual, porque la misma historia, el mismo patrón, el mismo tipo de personas y yo cayendo de la misma estúpida forma.

Creo que, intentando no perder mi esencia, debo empezar a controlar la inocencia, la confianza y las ganas de pensar que todo el mundo es “bueno” en el fondo. Que todos estarán dispuestos a no llegar a hacer daño por que sí, que no prefieren quedar por encima tuya haciéndote sentir mal con tal de no perder la “razón”. “Llevar la razón”, otro de los males de este mundo.

No esperes que la gente sea como tú, por mucho que los hayas escuchado venderse con historias tan alucinantes que pensabas que por dentro podrían ser oro puro. ¡Ilusa!, ¿no has visto que por un lado pueden lanzar por su boca flores deliciosas y luego mancharlo todo con la putrefacción de sus actos?, ¿acaso es ésta la primera vez que te pasa?. Pero no voy a ser yo misma quien me machaque, todo lo contrario, voy a darme el abrazo que tanto necesito y voy a susurrarme eso de: “Ya está, lección aprendida; la próxima vez lo verás venir y lo harás mejor”.

Ahora, tras escribirme (pues soy la única destinataria de todo esto), me siento un poco más aliviada, menos culpable y más consciente de la máxima que juega aquí: “Nada ni nadie es lo que parece ni lo que dice ser; sus actos hablarán sí solos”.

Aprendo deprisa, sólo debo darle unas cuantas vueltas en mi cabeza y escribirlo aquí. El resto se va sólo. El dolor se irá. Mañana será otro día y yo, que no tengo maldad, olvidaré, perdonaré y lo dejaré todo pasar y perecer para no dañarme más.

Jessik Bokis.

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