Estoy en una curva. Eso ya lo saben todos, pero algunos parece que no lo entienden. Estoy en una de esas curvas de las que no se sale igual que antes. Una muy cerrada que sólo puedes tomar si has acelerado tantísimo antes que la propia inercia y la ausencia de frenos son los que mantienen la trayectoria perfecta. No hay curva más bella y más reparadora.
Sin embargo, lo que parecía ser fruto del proceso de transformación, rompe la mutación misma y dificulta las probabilidades de completar el trayecto con éxito. A veces pensé que se trataría de una especie de parada temporal, no física, dentro de la misma trayectoria; pero no fue así. Quise pararme, lo hice, pero fue una catástrofe tan bella que ha trastocado el proyecto en el que me entregué.
Esta parada técnica, no debería haber sido nada más que una sonrisa, y sin embargo pasó a ser alegría, pero eso no es lo negativo, lo negativo es que manchaste con lágrimas el inicio de la curva y resbalé tanto que aún ahora sigo con moratones por todo el cuerpo. Tengo marcas que cada vez que las miro me recuerdan a tu malvada hazaña. Crees que sólo debo esperar a terminar de salir de la curva, o eso creía yo, pero lo que no estaba viendo es que las marcas de mi piel son más duraderas que eso; las de mi piel y las de mi historia, mi recuerdo y el recuerdo de lo que sentí, que duele igual.
No sé si podré, pues no soy sólo yo y mis marcas, sólo yo y mi curva. Estás tú, con tus continuos giros en la historia, tus personajes danzando y riéndose de mi mientras mi desconocimiento e ignorancia se cree unas simples palabras y unos cuantos atisbos de verdad. Sacrifiqué mi trayectoria, tú sin embargo te permitiste probar, investigar y cumplir tu deseo sin dejar nada a mi favor. Lo siento, ahora ya lo entiendo, todo acto tiene su consecuencia, y no podrían ser sólo en mi contra.
Lo siento, no puedo. Ahora no, y no sé si mañana.
Jessik-Bokis
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