Puede parecer irónico, pero ayer estaba alabando voz. Anoche no dejaba de regalarme el sonido de su voz como quien sabe que con las cáscaras de altramuces otros encontrarán la gloria. Lo sabía, y luego yo se lo hice saber.
Temí que dejara de hacerlo, por vergüenza, por timidez, pues quizás nadie le dejó claro nunca que poseía algo tan bello. Pero tras un poco de titubeo, volvió a dármela. No me lo podía creer, era algo tan sencillo y me llenaba tanto…
Hoy yo estoy sin voz. ¡Parece un chiste!. He amanecido en un estado en el que parece que mi garganta hubiera batallado en algún tipo de guerra de insultos o palabrería barata donde moría el que antes callara. Pero no fue así, y ahora todo parece una broma. Pero creo que es algo más.
Necesitaba estar en silencio, hacer todas esas cosas que sólo puedes hacer cuando estás en silencio, y vivir en una especie de burbuja completamente aislada durante un día para poder recuperar tu salud y tu dignidad.
Me gusta el silencio y casi lo había olvidad, me gustan las miradas por lo mismo, porque permiten darle al silencio el significado final.
Ahora está su voz, que no es diferente a la anterior, pero esta no arrastra al miedo y lo coloca en cabeza a modo de bandera. Al menos esta voz tiene un punto fijo en mi garganta. Ahora sin voz y con la suya me basta.
Pero me quedan aún otros ojos por resolver. Espero pronto poder cerrar los míos y no ver más que su voz.
by Jessik Bokis
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