No he podido resistirme a usar de nuevo el silencio de esta cómoda estancia para desprenderme de otra de esas piedrecitas que se quedan en mi mente. Podría haberla situado en mi bolsillo, pero las que se quedan ahí, normalmente, son fáciles de abandonar. Pero esta piedrecita es de las otras, de las que no sabes cómo han llegado hasta ahí. No sabes si en algún momento respiraste tan hondo que saltó del suelo a tu boca, y debido a su diminuto tamaño, no notaste cómo se te colaba desde la garganta hasta su ubicación actual en apenas un pestañeo.
Me dejo de imágenes, para expresar lo acontecido, con más imágenes claro está:
Un día cualquiera, haciendo cosas cualquier con gente cualquiera, entré a un sitio cualquiera. En el acto más sencillo y mundano, cosa de barras y gin-tonics, de camareras y bolas de billar, me secuestró una mirada. Entiendo el cariz extremadamente romántico que podéis atribuir a esto, y sí, puede que lo tenga y sea exagerado, o no. Pero es la primera vez que algo así me sucedió, y a la mirada prosiguió una sonrisa, y a la sonrisa un acto de valentía por querer saber más de aquella alquimia improvisada, de aquella especie de deslumbramiento a la razón. Las palabras y la música, las imágenes y las ideas, dieron lugar a un segundo punto de inflexión, donde se puede decir que en un abrazo (incluyendo matices que guardo para mí) se disiparon las dudas de si todo lo que yo creía haber compartido con el mundo de mis ideas, podría ser real o no, o al menos caber dentro de su propia realidad. Así fue, lo era, pero no os he contado tantas cosas…
Todo esto ocurrió cuando los planetas aún no estaban alineados, quizás no era ni el espacio-tiempo idóneo, ni el contexto propicio para culminar el hechizo que allí se estaba fraguando. No era entonces y aunque todo apuntaba directo a las estrellas, a mitad de camino, entre la tierra y el Universo, quedó esa flecha flotando en silencio. Suspendida en el aire. Rodeada de fuego pero sin destino, sin diana. Me habría gustado saber qué habría pasado si…
La incertidumbre me mata un poco, pero al mismo tiempo sé que quizás no es cosa de llegar a lo pretendido, pero sí una especie de “encuentro” que era necesario por algo que aún no sabemos descifrar. Hay quien me dice que todo esto lo dispongo así en mi mente para conformarme durante este trance maldito, pero ellos no saben, que a veces, no conseguir lo que se desea es un GOLPE DE SUERTE.
A veces las personas que aparecen, no tienen que tornarse en aquello que a priori parece lo más lógico, y pueden ser cualquier otra cosa que disponga una bonita sonrisa y un sosiego para esto que llamamos VIDA.
By Jessik Bokis
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