¿Te imaginas que de repente aquello que más temes o que sospechabas, descubres que es realidad?
Hay quienes dicen que es provocado por nosotros mismos, otros dicen que es que vivimos la mayoría del tiempo con los ojos tapados, y luego están quienes dicen que esto solo son casos aislados.
La verdad es que el suceso en sí no es lo importante, lo importante es cómo “te impacta”.
Vamos por la vida deseando, protegiendo y cuidando las cosas creyendo que van a ser eternas, las amamos, las moldeamos, incluso a veces las intentamos adaptar a nosotros para sufrir menos, pero… ¿ahora qué?
Imagina que todo el esfuerzo, todo el tiempo empleado, los sueños, las ilusiones, los propósitos… todo era una mentira. Pero no porque lo fuese el hecho en sí, que ha seguido su rumbo natural y predecible a que fuese impermanente, sino todo eso que creaste en tu cabeza con significados eternos y promesas basadas en palabras. Todo eso fue solo cosa tuya, y el hecho en sí, sólo ha sucedido porque tenía que suceder.
Y todo se convierte en una especie de fracaso(en tu mente claro), e incluso dudas de tus decisiones o de los caminos que tomaste, dudas de todo, de lo bueno y de lo malo, y empieza una guerra eterna que sólo puede acabar de una manera… DESPERTANDO.
¿Esperabas algo fatídico? Noooo, ni mucho menos, aunque tu mente y tu manera mal aprendida de afrontar los fracasos de conseguir lo que tu ego desea, tu consciencia, tu alma y tu ser, saben que todo eso era justo lo que estaba destinado y necesitaba que pasaras. Todo esto estaba cocinándose antes de que lo vivieras para poder enseñarte a llegar donde pocas personas consiguen llegar, pero que una vez llegas, se abre un abanico de posibilidades, de bienestar y de felicidad, que nunca hubieras imaginado.
Empiezas entonces un camino de autoconocimiento infinito, donde más que culpar o arrepentirte, empiezas a entender que estaba pasando algo necesario para todos. La vida estaba de nuevo mostrándose delante de ti para darte las herramientas y conseguir que algo te hiciera buscar donde nunca antes habrías conseguido localizar nada, porque la vida era lo suficientemente entretenida como para no tener tiempo para ti. Exacto, para ti, porque creemos que el tiempo para “nosotros” es aquel que irremediablemente gastamos en los demás y en disfrutar de lo que viene de fuera; pero nada de eso, eso son sólo momentos, alicientes temporales, argucias del ego para alejarte de aquello donde realmente debes atender… a tu esencia y poder interior.
No voy a relatar mucho más acerca de mi proceso, quizás más adelante, pero la paz que otorga tal descubrimiento, es la misma paz que cuando eres capaz de perdonar sin finalidad alguna, cuando te das cuenta que todo ha sido necesario tal cual sucedió, para poder disfrutar del regalo actual. El presente, disfrutar del presente, ¡qué maravilloso descubrimiento!. Me encantaría poder compartir mi aprendizaje con todas esas personas que formaron parte de él, pero cada uno tiene su tiempo, su ritmo y su camino. A veces tanta luz puede cegar, si el receptor no está preparado, pero ojalá, de corazón, todos podamos experimentar el perdón, el amor y la libertad, desde donde deben surgir, de la esencia y no del ego.
Autoconocerme, ha sido el mejor regalo que podías hacerme. Gracias.
Jessik Bokis
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