“Cuando todo” es porque no puedes evitar ver el color de las cosas, las sonrisas y los polos positivos. “Cuando todo” es el preciso instante en el que te das cuenta de que mereció la pena el esfuerzo, la tristeza o los errores. “Cuando todo” es perfecto justo antes de la nefasta aparición del cuando nada. “Cuando nada” es una maldita costumbre que me encantaría cambiar, pero no es mía. “Cuando nada” es la pérdida del sentido del “cuando todo”; es derrumbar ese castillo de arena tan precioso, esa figura elaborada con paciencia y tesón con fichas de ajedrez. “Cuando nada” siempre mata, hasta que vuelve a llegar el “cuando todo”, entonces el ciclo se vuelve generar como un círculo vicioso que nunca acaba, pero que confío acabe como tiene que acabar; con un bonito “cuando todo”.
by Jessica_Bokis
Acaba cuando comprendes que cuando todo y cuando nada son distintas caras de la vida misma, cuando aprendas que lo que cuando nada te enseña te hace más sabia y humilde y sobre todo y lo más importante, que hay cuando todo en cuanto nada y cuando nada en cuando todo. Un abrazo, mi filósofa amiga. Lucía.
ResponderEliminarGracias por tu comentario amiga. Tienes toda la razón. No debería rechazar la parte de algo que forma un todo. Sería querer arrebatarle el Yin al Yang y obligarlo a ser otra cosa fuera de su esencia. Mejor aprender a manejarlo o aceptar su naturaleza sí. Gracias por pasar por aquí.
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